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Dos años de educación a distancia: ¿ha llegado la revolución para quedarse?


La pandemia ha obligado a las escuelas a adaptarse a la formación en línea.

La pandemia de COVID-19 ha provocado una revolución sin precedentes en la educación. El confinamiento obligó a adaptar las clases a formatos online, lo que supuso un gran reto para muchos profesionales y centros educativos.

Tras casi dos años desde el inicio de la pandemia de COVID-19, es hora de echar la vista atrás y analizar cómo ha vivido la comunidad educativa el impacto de la pandemia y la transformación online. Y nos preguntamos: ¿ha llegado la educación online para quedarse?

El papel de la tecnología

El uso de la tecnología en las aulas ya era una tendencia y una preocupación importante en los centros educativos antes de la pandemia: en Estados Unidos, el 85 % de los administradores de distrito informaron de que el uso de recursos de aprendizaje digitales era una prioridad en 2019, y ya en el curso académico 2017-2018, el 21 % de las escuelas públicas ofrecían al menos un curso en línea. La pandemia obligó a acelerar esta tendencia, y en la primavera de 2020 el 80 % de los hogares con niños estudiaban en línea.

La tecnología ha permitido que la educación continúe mientras las escuelas estaban cerradas, demostrando que puede proporcionar un plan B en momentos de crisis. El uso de plataformas que facilitan videoconferencias, chats y herramientas para compartir documentos proporcionó un canal para impartir aprendizaje a distancia y mantener en contacto a estudiantes y profesores.

Por otro lado, los programas y aplicaciones especializados para trabajar contenidos específicos ayudaron a los estudiantes en una situación en la que tenían que trabajar completamente por su cuenta. Estas herramientas han entrado definitivamente en las aulas y sin duda marcarán la educación del futuro.

MathType es un claro ejemplo de esta situación: el uso del editor de ecuaciones experimentó un enorme crecimiento (más del 400 %) durante los meses de confinamiento estricto. Desde entonces, el número de usuarios que abren documentos con fórmulas no ha dejado de crecer, lo que demuestra que el contenido digital generado durante la pandemia seguirá utilizándose.

El confinamiento obligó a adaptar las clases a formatos online.

Aprendizaje hibrido

Durante la pandemia de COVID-19, casi el 90 % de las instituciones de educación superior europeas adaptaron sus formatos de aprendizaje a modelos en línea o mixtos. Pero incluso ahora que la situación de la pandemia nos permite volver a las clases presenciales, la formación en línea sigue siendo una opción que se puede combinar con la asistencia presencial. Esto se denomina aprendizaje híbrido y aprovecha lo mejor de cada modelo, desde la cercanía y el contacto cara a cara hasta las ventajas que ofrecen los equipos, herramientas y aplicaciones educativos.

El aprendizaje híbrido tiene un gran potencial por explorar. Por ejemplo, podría ayudar a los alumnos enfermos a continuar con sus cursos de forma normal. También podría ser una solución para los colegios de algunas zonas rurales, donde los alumnos tienen que recorrer largas distancias para acudir al colegio cada día. Gracias a la tecnología, el aprendizaje híbrido es un modelo educativo interesante, ya que permite adaptarse fácilmente a las necesidades de cada centro, tipo de alumno y formación.

Retos de la formación online

Sin embargo, los modelos en línea o híbridos también plantean grandes retos para las escuelas y los profesionales de la educación, así como para los estudiantes y sus familias.

Para empezar, no todos los hogares disponen de las herramientas digitales necesarias y de una conexión a Internet estable.

Esto crea una brecha digital que dificulta el acceso a la educación. Además, estas dificultades afectan más duramente a las comunidades educativas vulnerables. Según UNICEF, tres de cada cuatro estudiantes que no pueden acceder a las políticas de aprendizaje a distancia proceden de zonas rurales o pertenecen a los hogares más pobres.

Las condiciones en las que los estudiantes trabajan en casa también son un inconveniente de la educación en línea. Un tercio de los estudiantes de educación superior de la UE no suelen disponer de un lugar tranquilo para estudiar, y casi el 60 % afirma que no siempre cuenta con una conexión a Internet fiable. La experiencia de la pandemia sugiere que, incluso en los países desarrollados, aún queda un largo camino por recorrer hasta que la implementación del aprendizaje a distancia no deje a nadie atrás.

Además, se requieren nuevas habilidades para dominar las tecnologías. Los profesionales de la educación deben adaptarse a estas nuevas herramientas digitales, mientras que los estudiantes deben ser capaces de adquirir las habilidades que promuevan su independencia, flexibilidad y voluntad de aprender y mejorar más allá de los años escolares.

Adaptar el contenido

Otro reto es saber cómo adaptar eficazmente los contenidos al formato online. Impartir clases por videoconferencia o colgar las asignaturas en la nube puede no ser suficiente si esperamos el mismo nivel de resultados. Una proporción significativa de estudiantes de la UE (47,43 %) considera que su rendimiento académico se vio afectado negativamente cuando se cancelaron las clases presenciales, una clara señal de que la tecnología no logró sustituir por completo la educación presencial.

En el modelo digital, los contenidos deben adaptarse mediante aplicaciones y programas que hagan que la materia resulte más atractiva y comprensible. Esto supone un reto especial en las asignaturas STEM, cuyos materiales (gráficos, ecuaciones, trabajos de laboratorio, etc.) son más difíciles de adaptar a un formato en la nube.

Un ejemplo de adaptación exitosa de material tradicional a formato digital son las recientes funciones gráficas de WirisQuizzes, que se crearon durante la pandemia y ahora constituyen un soporte digital para las partes más visuales de las matemáticas: geometría, funciones y estadística.

Aunque existen retos en el aprendizaje en línea, las herramientas y los modelos educativos evolucionarán para superarlos. Todavía queda un largo camino por recorrer, pero la mayoría estaría de acuerdo en que la revolución del aprendizaje en línea ha llegado para quedarse. La siguiente pregunta es: ¿hacia dónde queremos que nos lleve?

 

Fuentes: